Un poco de ternera, un mucho de pollo, una pizca de contaminación fecal, premio sorpresa en forma de carne de caballo o de pavo… Esto es lo que hemos encontrado tras analizar en laboratorio 25 kebabs comprados en diferentes lugares de Madrid. Entre lo que pides y lo que te tragas hay un abismo. Vas a decir que te da igual, que no te importa, que ya lo sabías. ¿Qué se podía esperar de un kebab? Antes de decir todo eso, mira lo que te estás comiendo:
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