Sostenía Salvador Dalí que “lo mínimo que se le puede pedir a una estatua es que se esté quieta”. Y lo mínimo que se puede exigir de un político es que se le entienda, me atrevo a añadir después de seis horas largas siguiendo este miércoles el debate parlamentario sobre la prórroga del estado de alarma. No entiendo la estrategia de Pablo Casado. Ha decidido abstenerse en la votación pero anticipando que votará en contra dentro de quince días si Pedro Sánchez solicita una nueva prórroga. ¿Por qué?
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