Así pasaron veinte años, siendo un actor secundario, ganándome la vida sin tener muchas preocupaciones. Hacer de gángster, monstruo o herido no me llevaba más que unas horas a la semana y no tenía ningún tipo de carga emocional para mi. Sinceramente, todo me parecía una idiotez. El personaje de mafioso con cicatriz en la cara actuaba como si no tuviera una cicatriz gigante en la cara que le impidiera relacionarse de forma natural. El monstruo era malvado por motivos totalmente ajenos a su cicatriz, y ésta era solo un accesorio más.
|
etiquetas: tijeras , accidente , herida , cara desfigurada , rechazo , sentimientos