Si se habla de nísperos, posiblemente te venga a la mente un fruto carnoso y anaranjado de primavera que puede consumirse fresco todo el año. Sin embargo, en la Europa medieval, el níspero era un fruto cosechado a finales de otoño y consumido en invierno, ya que debía almacenarse hasta que empezaba a pudrirse, momento en el que era apto para el consumo. Estas diferencias no son producto de la selección artificial, sino del abandono de un fruto por otro.
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