Todos están escolarizados y estudian Secundaria en institutos públicos. La mayoría tienen mala conducta en clase. Son carne de cañón para convertirse en ‘cantera’ de ‘narcos’ (con primera parada en el contrabando de tabaco), pero hay educadores que luchan para que al menos acaben la ESO. Los menores observan, ya con 14 o 15 años, que en el barrio pocos madrugan para ir a un puesto de trabajo, que por las noches, de madrugada, hay niños, como ellos, en el portal; que el asfalto ha visto ya circular muchos coches de alta gama...
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