Ni Junta ni Ayuntamiento, ni Arzobispado, ni la Hermandad de la Macarena, ni la familia del criminal de guerra, cumplen la ley de memoria en vigor. Cada noche y cada día, los restos del criminal de guerra –así considerado oficialmente– y de su esposa reposan junto a los pies de la imagen de la virgen. A nadie se le ha ocurrido ni por asomo moverlos de ahí, y si lo ha intentado no ha sido con todas sus fuerzas legales. ¿Por qué? Un interrogante al que nadie ni ninguna institución pública sabe o quiere responder aún en pleno 2017.
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