De nada sirvieron los intentos de acercamiento o diálogo, ya que la institución religiosa se negó en redondo a desalojar el monumento público, un valioso patrimonio que usa como patio trasero... La más urgente, eliminar el recrecido realizado por la Casa Sacerdotal, un abigarrado muro con tejadillos, jardineras e incluso un almacén, situados sobre la misma muralla. Un parche chapucero que el Arzobispado se niega a suprimir... por no querer enfrentarse a la Iglesia, que considera que la muralla es suya. Y no lo es».
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