Desde que se fundó hace más de 30 años, Umoja ha servido de refugio a mujeres de la comunidad samburu y de fuera de ella que huían de la mutilación genital femenina, los malos tratos domésticos o el matrimonio infantil. "Antes me maltrataban, pero ahora me siento libre", afirma Christine Sitiyan, de 26 años, madre de cuatro hijos, que abandonó su matrimonio porque su marido la agredía físicamente.
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