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La mujer que derrotó a Stalin

Muy a su pesar, Nadiezhda Mandelstam fue una gran viajera. O una gran desterrada. Recorrió la URSS, buscando un lugar para ella y su marido, el poeta Osip Mandelstam. Un agujero donde no incomodaran a Stalin. Nunca lo encontraron. Él murió en un campo de tránsito en Siberia. Ella sufrió un eterno exilio interior, condenada al ostracismo, yendo constantemente de una ciudad a otra. No pudo regresar a Moscú hasta tres años después de la muerte del dictador. Las memorias de Nadiezhda Mandelstam están escritas con sangre.

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