La industria de los chips semiconductores ha disfrutado de dos años mágicos (la escasez de unos son los beneficios de otros). Una pequeña edad dorada para un sector que acostumbra a vivir ciclos muy intensos, con altos y bajos pronunciados (tanto en ventas como inversión). Aunque ya se esperaba que 2020 y los siguientes años fuesen positivos, nadie en la industria había previsto un crecimiento tan bestial, producto de varios factores inesperados que han llevado a la producción chips a sus límites.
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