«No quiero molestar». Leyendo la carta de despedida que Ennio Morricone dejó escrita antes de morir, me salta a los ojos esa frase. No quiero molestar. Tres palabras que son una declaración de intenciones, una forma lúcida y sencilla de estar en la vida, un cartel colgado en la puerta de una habitación de hotel.
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