Venecia no era el mejor lugar para estar en la primavera de 1618 y menos aún siendo español. Una turba de exaltados recorría las calles arrojando a los helados canales a cuanto hispano se cruzaba y rodeaba la residencia de Alfonso de la Cueva, marqués de Bedmar y embajador de Felipe III en la República Serenísima, amenazando con asaltarla; varios extranjeros más fueron ahorcados y se prendió fuego a dos muñecos que representaban al duque de Osuna, virrey español de Naṕoles, y a Francisco de Quevedo, su secretario.
|
etiquetas: venecia , quevedo , huida , mendigo