Las familias que huyen aterrorizadas del conflicto que se libra desde hace meses en la ciudad iraquí de Mosul han llegado a sedar o tapar la boca de los niños para evitar que sus gritos alerten a los milicianos del grupo terrorista Estado Islámico, que aún controla parte de la ciudad. Así lo han constatado activistas como Hala Jaber, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). "Las familias se suelen ir de noche y a primera hora de la mañana y tienen que caminar con sus hijos".
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