Han descubierto esa peste que infecta el mundo, que está en el aire, en las partículas y en cada una de las conductas, miradas, palabras, sustancias, colores, sabores; en la propia composición atómica de las cosas… Todo está corrupto, incluso a nivel micro; y por eso lo han bautizado como micromachismo. El micromachismo. Ahí está la miga, el germen de todo. La semilla del mal. Esa es la madre (o tutora legal) del cordero. La tormenta perfecta de nuestras fisuras existenciales. Un agente silencioso y patológico.
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