La isla de Nauru, un pequeño estado de Micronesia, tiene el tamaño del aeropuerto de Melbourne y, para muchos niños, es lo más parecido que conocen a una cárcel. Roze ha pasado toda su corta vida allí. Tiene dos años y su familia lleva cinco años atrapada en el centro de detención en el que Australia confina a los solicitantes de asilo que tratan de llegar al país, una política migratoria muy criticada que ha recibido recientemente los elogios del ministro italiano del Interior, Matteo Salvini.
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