¿Cómo puede ser que en una de las 25 cimas del planeta, declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998, existan vestigios de radiación en su interior? Es muy posible que para entenderlo tengamos que retroceder en el tiempo. Exactamente hasta 1965. Un lugar mágico e irrepetible iba a ser el escenario de una idea espeluznante bajo una premisa: ¿y si mandamos espías a la cima del mundo? La CIA pensó que la montaña ofrecía una vista despejada e inigualable de las pruebas nucleares que estaba realizando China en Lop Nur.
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