Hace diecisiete años que Litvinenko fue envenenado en Londres con polonio 210, depositado en una taza de té, cuando tenía 44 años. Sasha, tal como denomina Marina a su difunto marido, «estaba solo cuando denunciaba la corrupción en el Kremlin, era un tiempo diferente, él no era político como Alexei Navalny, pero era un peligro para el régimen».
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