Transcurrido año y medio de legislatura, ha quedado demostrada la incapacidad y/o falta de voluntad de los populares para iniciar un cambio desde dentro, una regeneración capaz de aflorar un partido de nuevo cuño. Como ocurriera con Convergencia, el PP parece condenado a cambiar de nombre y a vender su sede. Para empezar. Por duro que pueda parecer, los españoles no pueden contar ni con el PP ni con el PSOE para avanzar en el horizonte del año 2050 a lomos de un nuevo proyecto ilusionante de país. Ambos están muertos en términos de futuro.
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