Una serie de prácticas comunes dentro de la Iglesia para lograr la impunidad de los curas pedófilos y encubrirlos fue descubierta por el gran jurado que trabajó durante dos años analizando documentos eclesiásticos en las diócesis del estado de Pensilvania. En el documento, de más de 1500 páginas, se revela cuál era el manual para la protección de los agresores y el mantenimiento del secreto sobre sus conductas aberrantes. La primera de las reglas era usar eufemismos y no palabras reales para describir ataques sexuales.
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