Diez años después de un histórico acuerdo internacional sobre bombas de racimo, siguen muriendo decenas de civiles en países como Siria, Yemen y Laos por la explosión de estos artefactos. Dos tercios de las víctimas son niños. El año pasado, 289 personas murieron a causa de ataques con bombas de racimo o por contacto posterior con sus restos segun la Coalición contra las Bombas de Racimo. La mayoría de las víctimas se encontraban en Siria (187) y en Yemen (54), donde se usan activamente este tipo de explosivos.
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