El mal llamado periodismo dirige las balas, simbólicas o reales. El mal llamado periodismo puede destruir reputaciones, incluso vidas. El proceso es siempre el mismo. Demonizan al personaje inventando falsedades, incluso falsas causas judiciales, lo deshumanizan hasta convertirlo en una rata a eliminar y cuando un fanático intoxicado por la agitación y la propaganda decide ejecutar la sentencia, culpan a la víctima de montar una conspiración para victimizarse y ganar popularidad.
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