Lucio, nieto, hijo y padre de funerarios, se convirtió en 'lobbista' accidental contra la llamada 'ley de las 24 horas', una regulación sanitaria que ya solo mantienen algunas comunidades autónomas —Madrid ha sido, hasta hoy, la más rigurosa en su aplicación— y que obliga a esperar un día entero antes de trasladar el cadáver de una región a otra. La norma beneficiaba a los gigantes funerarios de las grandes ciudades y perjudicaba sobre todo a las empresas fúnebres de provincias, como la suya.
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