No debía de ser fácil posar para Lucian Freud. Colocarse frente a su mirada significaba no saber, hasta pasados siete u ocho meses, qué iba a ocurrir con el retrato. Eso sí, suponía asistir a las largas sesiones en el estudio. A todas, sin excepción. La consecuencia de no hacerlo de manera disciplinada la vivió Jerry Hall, que iba a ser retratada embarazada y dando de mamar a su hijo Gabriel. Pero no acudió a las dos últimas y el artista, cansado a su vez de la impuntualidad de esta, se vengó.
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