La sequía que sufre África meridional desde hace cinco años está adquiriendo proporciones históricas. La estación de lluvias se retrasa y se acorta cada vez más y, cuando llega, las precipitaciones suelen ser torrenciales o intermitentes. Lo habitual es que fuera entre octubre y mayo, pero en los últimos años comienza a llover en diciembre y acaba en abril. La alteración del patrón supone un serio riesgo para las cosechas.
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