Jordi Martí nos presenta con ironía e humor lo absurdo que resulta innovar por el simple hecho de hacerlo ( o de decirlo) en la educación. Muchos/as presumen de innovar cuando ni siquiera pisan un aula e incluso existen iniciativas innovadoras para la educación que parten de instituciones sin relación con la enseñanza y de las que además desconocemos sus oscuros objetivos.
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