De todos los problemas que afronta la ecología lacustre en un mundo que se calienta, los ejemplos más claros se aprecian en cuencas de drenaje cerradas, cuyas aguas vierten en lagos, pero no tienen salida fluvial hacia el océano. Estos lagos terminales, o endorreicos, tienden a ser poco profundos, salinos e hipersensibles a los cambios o a las perturbaciones. El caso del lago Chad, en África, el de Poopó, en Bolivia, y el del Mar de Aral, en Asia central, son los más evidentes y espectaculares, pero no los únicos.
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