Bateman dijo que en Colombia la única forma de que a la gente le paren bolas era echando tiros. En su lenguaje caribeño, el creador y máximo líder del M-19, definió el diálogo por la paz como el sancocho nacional. No pudo verlo, pero sus ideales siguen vigentes. Por años fue el hombre más buscado del país y nunca pudieron capturarlo. Su historia constituye un legado con una carga adicional de misticismo y de valor. Hoy, 30 años después de ese fatídico viaje que impuso su ausencia, sigue siendo un personaje devorado por la leyenda.
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