Ese es, en realidad, el gran fracaso de Rajoy, haber dejado la iniciativa en manos de otros que marcan la agenda. Hasta el extremo de que el propio presidente del Gobierno repite de forma machacona que es Artur Mas quien tiene que decirle lo que hay que hacer en Cataluña; que es Pedro Sánchez quien debe explicarle qué reforma de la Constitución quiere para el país, y que es el Fiscal General, y no el Gobierno de la Nación, quien debe decidir si finalmente se querella en nombre del Estado contra los organizadores de la consulta.
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