Los tiempos de la Justicia española los marca el Santander, sobre todo cuando tiene que pagar a los ciudadanos a los que colocó cláusulas abusivas o cuando los jueces tienen que decidir sobre asuntos turbios que apuntan a la línea de flotación del banco. En el caso de las cláusulas abusivas, el Santander tiende a retrasar los litigios todo lo que puede porque sabe que, al final, le va a tocar devolver el dinero a los clientes a los que colocó esas cláusulas ilegales.
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