En los Estados Unidos era tremendamente popular, desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX, el lanzar pelotas a la cabeza de un hombre negro. Ambos ganaban. Unos se llevaban un premio y los otros un traumatismo craneoencefálico. Lo que se llama un intercambio justo. Por unos centavos, uno podía probar su puntería lanzando con fuerza pelotas de béisbol a la cara de un hombre que intentaría esquivarlas. Tan solo tenía tres oportunidades.
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