Cualquier persona que haya participado en la interrupción de un embarazo en Chile se enfrenta a una condena de quince años en prisión. De 2010 a 2014 hubo 73 sentencias; en doce de ellas un hombre es quien terminó detrás de las rejas. Karen Espíndola tenía 22 años y doce semanas de embarazo cuando un doctor le dijo que su bebé iba a morir; tenía una malformación que no permitiría que su cerebro se desarrollara correctamente. Si sobrevivía, iba a ser por muy poco tiempo.
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