Para pagar menos por la energía hay que bajarse la potencia y pasarse a la tarifa con discriminación horaria (la nocturna de antes). De los cerca de 28 millones de consumidores con derecho a acogerse a ella, solo un millón lo tiene. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos es más barata que la otra. Hay otra vía "política": que la gente manifieste su cabreo con el sector eléctrico, que se salga del oligopolio y se cambie a una compañía pequeña. Está demostrado que la eólica y la fotovoltaica son ya más baratas que el resto de energías.
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