El problema no es la legalidad de estas gestiones, la chapuza es arrimarse a Rusia cuando aspiras a ser un nuevo Estado de Europa. Denota delirios y supone un error estratégico monumental, de esos que desprestigian el nombre de Catalunya ante el resto del mundo occidental, al que se supone pertenecemos y cuyos valores compartimos (ya sé, el Mediterráneo, queremos acoger, bla-bla-bla ... ).
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