Apenas queda gente en las oficinas de Jinn, en Aldgate East, a medio camino entre la City de Londres y el ajetreado barrio de Whitechapel. La startup, fundada por tres veinteañeros españoles en 2013 y con 20 millones de inversión hasta la fecha, acaba de despedir a casi toda su plantilla: sólo continúan 20 de los más de 120 que llegaron a ser. "Fue hace dos semanas", cuenta un exempleado que prefiere no dar su nombre. "Se despidió a departamentos enteros: todo 'marketing', todo producto, todo desarrollo de negocio.
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