En este caso se trata de implorar por la lluvia porque, en palabras del propio Obispo “el agua es regalo de Dios”, reproduciendo esa creencia atávica que liga los fenómenos naturales a la voluntad de los dioses. Sin embargo, la voluntad de los dioses no suele resultar útil para solucionar problemas de índole social, que afectan a toda la ciudadanía. Basta con recordar que una reforma laboral fue mucho más efectiva para conseguir un descenso notable de las cifras del paro, que las peticiones de una ministra a la Virgen del Rocío.
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