En la parada, según relata, había dos taxis esperando clientes. «Me acerqué y pregunté qué coche era el primero para subirme e ir a mi destino. Uno de los dos taxistas me dijo que ni él ni su compañero me iban a llevar. No me dio explicaciones, aunque supuse por qué era, pensé desde el primer momento que era por ir con mi perra». Llamó a la centralita del servicio de taxis. «Tuve que hacer hasta dos llamadas, y esperando mucho tiempo, para que finalmente me mandaran un coche. El taxista que vino fue muy amable. Y me animó a denunciarlo».
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