En condiciones in vitro, extractos obtenidos a partir de insectos comestibles –como el gusano de la harina (Tenebrio molitor) o el grillo doméstico (Acheta domesticus)– son fuentes novedosas de compuestos bioactivos. Así lo comprueba un trabajo realizado en el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL, UAM-CSIC).
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