Llego a la conclusión de que los seres humanos por lo general cometemos en nuestro día a día un error muy básico, en verdad el más elemental de todos: nos comportamos como si fuéramos a vivir eternamente. Esto se refleja de forma clara en el hecho de que hasta nuestro sistema económico esté diseñado para crecer eternamente, como si los recursos del planeta fueran ilimitados, como si las poblaciones pudieran crecer de forma continuada y, asimismo, la productividad, la acumulación de capital o el consumo; hasta el infinito y más allá.
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