La noticia no es nueva pero cada vez sorprende: después de un tiempo, las editoriales destruyen los libros que no vendieron. A veces porque les pusieron muchas fichas a un títulos que no anduvieron; a veces porque necesitan tener muchos libros impresos para tener presencia en las librerías de todo el país. Ya saben que no se venderán todos pero para vender 3.000 quizás hay que imprimir 5.000. ¿Y los que sobran? Los autores se llevan algunos pero muchos terminan como papel picado.
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