Desde el COGITI, se quiere poner el foco en el “talón de Aquiles” que suponen los “recintos interiores mal ventilados” en la lucha contra la COVID-19. En aulas cerradas se preferirá ventilación mecánica controlada preferentemente por sensores de concentración de CO2. En segundo orden de preferencia, temporizadores que establezcan los periodos de renovación del aire de manera sobredimensionada (más vale que sobre). En último caso (no disponer de ventilación mecánica), abrir puertas y ventanas por subjetiva percepción de los responsables.
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