Pero no todos son Espartaco, abundan los esclavos felices y satisfechos con sus sueldos de mercenarios y mamporreros. En esta lucha por el poder (poder decidir frente a coacciones y amenazas), en esta pugna por descabalgar a los apocalípticos jinetes de la Troika, a los que nadie eligió y nadie elegiría en las urnas, el Gobierno de Rajoy ratifica su absoluta sumisión a los amos.
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