Peter Maxwell sufrió un inesperado accidente laboral un día cualquiera en la empresa de fabricación de maquinaria en la que trabajaba, y sufrió graves heridas. Debido al tiempo de convalecencia y a las secuelas, Maxwell demandó a la empresa y pidió una indemnización por la factura médica y las secuelas. Hasta aquí todo normal si no fuera porque el principal accionista y propietario de la empresa era… él mismo. La historia de lo que pasó a continuación es increíble, y también una curiosa lección de vida.
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