La música más etéreamente bella del siglo XX fue oída por 1ª vez en una noche brutalmente fría de enero de 1941 en el campo de prisioneros de guerra Stalag VIIIA, en Görlitz. El compositor era Olivier Messiaen, la obra el Cuarteto para el fin del tiempo. [...] El título no exagera las ambiciones de la pieza. Una inscripción en la partitura provee una imagen catastrófica del Libro de las Revelaciones: "En homenaje al Ángel del Apocalipsis, que levanta su mano al cielo diciendo 'No habrá más tiempo'". Pero es el apocalipsis más dulce imaginable
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