En los últimos meses al Gobierno del Partido Popular le han entrado las prisas para dejar todo atado y bien atado en caso de la nuclear burgalesa. El objetivo es claro: Garoña se ha convertido en la cabeza de puente del plan de las empresas eléctricas para alargar la vida de las centrales nucleares de 40 a 60 años. Si la 'operación Garoña' les sale bien, detrás vendrán el resto de centrales nucleares, garantizando con ello un mayor beneficio económico de unas plantas amortizadas, aunque sea a costa de la seguridad.
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