Hay más microplásticos que larvas de peces en la desembocadura del Duero. Es la conclusión del Centro de Investigación Marina y Medioambiental de Oporto: una proporción de un microplástico y medio por cada larva de pez. Hay "desde bolsas de plástico, tapas de botellas, fibras... Las corrientes de los ríos, los vientos o los rayos ultravioleta han ido degradando sus partículas más pequeñas. Las consecuencias son muy negativas, no sólo para la reproducción de los peces, sino también para la entrada del plástico en la cadena alimentaria "
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