«Desconozco la razón por la cual el Señor se ha fijado en mí. Lo único que sé con certeza es que he encontrado 'el tesoro'». Así se despedía Montserrat Medina (Valencia, 37 años) en su cuenta de LinkedIn hace un año de su exitosa vida en el Olimpo de la tecnología - Silicon Valley- para enrolarse en un nuevo proyecto no empresarial, sino espiritual: convertirse en «sierva de Dios» como monja contemplativa en la Orden de las Agustinas. Lo dejó todo «con mucho pesar» para «atender a la llamada de Dios a seguirle más de cerca».
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