Si el sufrimiento tuviera una dirección, podría ser la calle al-Rasheed, en Taiz, una ciudad yemení rodeada de montañas y combatientes rebeldes hutíes. En esta calle angosta de casas rústicas, los jóvenes no pueden escapar de un conflicto demoledor que el mundo tiende a olvidar. Un niño delgado con una mata de cabello oscuro nos conduce por la calle, sorteando ágilmente los baches con sus muletas. Bader al-Harbi tiene 7 años, solo un poco más joven que la guerra de Yemen. Le amputaron la pierna derecha por encima de la rodilla.
|
etiquetas: yemen , guerra , niños