En la frontera entre ambos países hay una reserva natural de lagos y los belgas establecieron una zona ornitológica protegida. Pero en cuanto las aves sobrevuelan territorio francés los cazadores los derriban a tiros. Y hay bronca. Los tiros retumban en la frontera franco-belga y los muertos caen a plomo desde el cielo mientras el viento se lleva el olor a pólvora. Belgas y franceses se declararon “la guerra de los patos” y ninguna de las partes parece ceder en sus pretensiones. La broma, porque por no haber no hay ni frontera física real...
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