Los cambios en la alimentación occidental durante las últimas décadas han provocado que la obesidad de los pobres y la delgadez de los ricos se convierta prácticamente en un axioma. Una brecha entre clases sociales que no hace más que ampliarse, como pone de manifiesto una investigación recién publicada por la Escuela de Salud Pública de Harvard, que señala que la diferencia entre los hábitos alimenticios de los pobres y los ricos de Estados Unidos se ha duplicado durante la última década.
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