Desde el primer día, la Guardia Civil investigó qué le había ocurrido al pequeño Julen. Se peinó el entorno del dueño de la finca, David Serrano Alcaide, miembro de un clan gitano conocido en los ambientes de los bajos fondos malacitanos y con referencias en atracos de cajeros en bancos mediante el método del gas y con amistades vinculadas a los clanes del narcotráfico.
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